jueves, 27 de noviembre de 2014

PLENSA


En el discurso de entrega del Premio Velázquez de Artes Plásticas 2013 al escultor y grabador Jaume Plensa, que tuvo lugar el pasado lunes, 17 de noviembre, en el Museo del Prado, el artista barcelonés, entre otras afirmaciones de espesa enjundia, se descolgó con ésta que ha sido repetidamente referida en los últimos días por los medios y que les reproduzco textualmente:


“En un momento de tanta rigidez en la política, de tanta superficialidad en la cultura y de tanta codicia en la economía, el arte y la poesía son más necesarios que nunca para ayudar a la sociedad a crear modelos éticos de comportamiento.” Ahí es nada.


Para quien no sepa quién es, Plensa nació en la capital catalana, en 1955. Es un artista muy versátil y poliédrico, con una obra de calidad contrastada y bien reconocida: antes del Velázquez, en 2012, ya obtuvo el Nacional de Artes Plásticas y el de Arte Gráfico. en 2002 fue investido doctor Honoris Causa por el Instituto Escuela de Arte de Chicago; en 1997 fue galardonado con el Premio Nacional de Artes Plásticas de la Generalidad de Cataluña.


Plensa ha reconocido en numerosas ocasiones su deuda con los poetas, que, según él, es mayor que la que su obra pueda tener con otros artistas.


"Los poetas me han educado, enriquecido y dado la voz y la seguridad. Me han enseñado a mirar, a vivir y sentir la vida como una respiración acompasada que ha ido permanentemente tatuando palabras y signos en la biología del lenguaje, en las células del amor y el ADN de los seres humanos", ha llegado a declarar.
Lúcida y espléndida cita, sin duda, pero es la anterior, la primera, la que de verdad reclamaba nuestra atención, especialmente el final, que les repito: “el arte y la poesía son más necesarios que nunca para ayudar a la sociedad a crear modelos éticos de comportamiento.”


La poesía es uno de los géneros de la literatura, que es una de las 7 artes -las 6 clásicas, más el séptimo arte, que, como saben, es el cine. Puede ser cierto que la poesía, el arte en general, nos dote de un conocimiento y una sensibilidad especiales y de otras cualidades, pero considerar que pueden contribuir a aportar a una sociedad esa dosis de ética necesaria para extirparle los males que señala Plensa, creo que es ser demasiado optimista.


Ojalá tuviera razón el artista barcelonés! Ojalá contemplando al Greco, o a Picasso, o leyendo a Bécquer o a Cernuda se restituyera la ética en ciertos sectores de la sociedad, esa ética arrasada por la mediocridad, la deshonestidad y la avaricia de quienes estaban o están aun al frente de importantes administraciones e instituciones,. Pero no, nos tememos, amigo Plensa, que no es así. Y nos tememos que esas palabras salen más del corazón que de la cabeza,  y expresan más un deseo o una ilusión que una realidad o una verdad objetiva y contrastable. Y con eso, como tantas veces, nos tenemos que conformar.

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